lunes, 19 de marzo de 2012

La anemia.


La anemia es uno de los disturbios más frecuentes en la medicina. A pesar de ser una condición común, muchas veces es mal diagnosticada, mal tratada y casi siempre mal explicada a los pacientes. En este texto vamos a explicar qué es la anemia y cuáles son sus causas y síntomas.



¿Qué es la anemia?

Popularmente la anemia es conocida como «falta de sangre». En realidad, este concepto no está del todo equivocado, pero podemos ser un poco más precisos. Anemia es la reducción del número de glóbulos rojos (también llamados de hematíes o eritrocitos) en la sangre. Los hematíes son las células que transportan el oxígeno, llevándolo hacia todos los órganos y tejidos del cuerpo.

Para que resulte más fácil, vamos a explicar de qué está hecha la sangre:

La sangre puede ser dividida didácticamente en dos partes: plasma y células.

El plasma sanguíneo es la parte líquida correspondiente al 55% del volumen total de la sangre. El plasma es básicamente agua (92%), con algunos nutrientes diluidos, como proteínas, anticuerpos, encimas, glucosa, sales minerales, hormonas, etc.

El otro 45% de la sangre son compuestos por células: hematíes, leucocitos y plaquetas. De estas células, 99% son hematíes.

La anemia surge cuando el porcentaje de hematíes en la sangre queda reducido, dejándolo más diluido (las causas serán explicadas más adelante).

El diagnóstico de la anemia se hace básicamente por la medición de los hematíes en la sangre, realizada a través de un examen de sangre llamado hemograma (lea: HEMOGRAMA | Valores Normales). En la práctica, la medición de los hematíes se hace a través de los valores del hematocrito y de la hemoglobina.

Para entender cómo se diagnostica una anemia es necesario estar familiarizado con los términos hematocrito y hemoglobina. Vamos a verlos a continuación.

¿Qué es el hematocrito y la hemoglobina?

Hematocrito

El hematocrito es el porcentaje de la sangre que es ocupado por los hematíes (glóbulos rojos). El hematocrito normal queda alrededor del 40%-45%, indicando que el 40%-45% de la sangre son compuestos por hematíes.

Los hematíes son producidos en la médula ósea y tienen una vida de apenas 120 días. Los hematíes viejos son destruidos por el bazo (órgano situado a la izquierda en nuestra cavidad abdominal). Eso significa que después de cuatro meses nuestros hematíes fueron, todos, renovados. La producción y la destrucción de los hematíes son constantes, de tal manera que se mantiene siempre un número estable de hematíes circulantes en la sangre.

Hemoglobina

La hemoglobina es una molécula portadora de hierro que se encuentra dentro del hematíe. La hemoglobina es el componente más importante del hematíe por ser la responsable por el transporte de oxígeno por la sangre.

El hierro es un elemento esencial de la hemoglobina. Las personas con carencia de hierro no logran producir hemoglobinas, que a su vez son necesarias para la producción de los hematíes. Por lo tanto, una disminución de las hemoglobinas obligatoriamente lleva a una disminución de los hematíes, es decir, a la anemia.

En la práctica, la medición de hemoglobina acaba siendo la más precisa en la evaluación de una anemia, ya que el hematocrito puede ser influido por una sangre más o menos diluida.

Diagnóstico de la anemia

El diagnóstico de la anemia se hace cuando los valores de la hemoglobina y del hematocrito están por debajo del valor de referencia:

Hematocrito normal= 42%-54% en los hombres o 35%-47% en las mujeres.

Hemoglobina normal= 13-17 g/dL en los hombres o 12-16 g/dL en las mujeres. 

Por lo tanto, estamos frente a una anemia cuando los valores se encuentran debajo de lo indicado arriba. Es importante destacar que los valores de referencia pueden variar de un laboratorio a otro, y resultados un poco debajo de lo normal deben ser interpretados por su médico, ya que no necesariamente indican enfermedad. Las mujeres con gran flujo menstrual pueden tener valores menores que estos, sin causar daño alguno a la salud. Una leve anemia en las mujeres podría no tener relevancia clínica.

Explicado lo básico, vamos a lo que nos interesa.

Causas de la anemia

La anemia tiene tres causas básicas:

  • Poca producción de hematíes por la médula ósea.
  • Elevada destrucción de hematíes por el cuerpo.
  • Pérdida de hematíes y hierro a través de sangrados.

EL CONCEPTO MÁS IMPORTANTE QUE DEBE SER APRENDIDO ES QUE LA ANEMIA NO ES UNA ENFERMEDAD, SINO UNA SEÑAL DE ENFERMEDAD. Al enfrentarse a un hemograma que evidencia una anemia, el médico debe investigar cuál de las tres causas mencionadas arriba es la responsable por el cuadro. No basta prescribir hierro y creer que con ello bastará.


Ejemplos de causas de anemia que no se resuelven apenas con reposición de hierro:

Un cáncer de intestino puede causar sangrados y pérdida de hematíes, generando anemia. Esta anemia es causada por la pérdida de sangre y, pese que el paciente realmente tiene carencia de hierro, una simple reposición no estancará el sangrado, ni tratará el tumor. En realidad, reponer hierro sin investigar la causa de la anemia puede mejorar los valores del hematocrito temporalmente, dando la falsa impresión de que el problema está resuelto, lo cual sólo atrasará el diagnóstico final.

Una infección que afecta a la médula ósea impide la producción de hematíes, causando anemia. La anemia, en este caso, ocurre por falta de producción de hematíes en la médula. Del mismo modo, reponer hierro no tratará la causa. 

Un medicamento que sea tóxico para los hematíes y cause su destrucción antes de 120 días, también produce anemia. La anemia por rápida destrucción de los hematíes tampoco debe ser tratada con hierro.

Por lo tanto, el simple diagnóstico de anemia no cierra la investigación. Por el contrario, es apenas el primer paso para obtener el diagnóstico final. Si el paciente tiene una anemia, existe una causa detrás.

La reposición de hierro sólo está indicada en los casos de anemia por carencia de hierro, llamada de anemia ferropriva. Aun así, la reposición no elimina la necesidad de investigar lo que está causando la pérdida de hierro. El paciente puede perder sangre por úlceras en el estómago, tumores en el intestino, sangrado vaginal, etc.

Abajo, una demostración del número de enfermedades que pueden causar anemia y quedarían sin diagnóstico si no fuesen investigadas:

Neoplasias.
Insuficiencia renal.
Leucemias.
Linfomas .
Mieloma múltiple.
Enfermedades del tracto gastrointestinal.
Hipotiroidismo .
Deficiencias de vitaminas como B12 y ácido fólico.
Toxicidad de la médula ósea por drogas.
Enfermedad del hígado.
Infecciones.
Síndrome hemolítico urémico.
Alcoholismo.
Sangrado digestivo. 

En realidad, cualquier enfermedad que curse con inflamación crónica puede inhibir la función de la médula ósea y cursar con la caída de los hematíes, una situación que llamamos de anemia de enfermedad crónica. Por lo tanto, cualquier enfermedad más dilatada puede causar anemia.

Anemias primarias

En la mayoría de los casos, la anemia surge debido a alguna enfermedad, como en los ejemplos citados arriba. Sin embargo, existen también las anemias primarias, es decir, aquellas causadas por defectos propios en la producción de los hematíes. Las anemias primarias son aquellas que no son causadas por otras enfermedades, sino que son ellas la propia enfermedad.

Estas anemias son normalmente enfermedades de origen genético. Las más comunes son:

Anemia falciforme.
Talasemia.
Anemia sideroblástica.
Esferocitosis.
Hemoglobinuria paroxística nocturna.
Deficiencia de G6PD.

Sólo para reforzar los conceptos: en la anemia primaria, el paciente tiene un defecto genético que impide producir hematíes saludables. El paciente nace con ese problema. En las anemias secundarias, el paciente pasa a presentar anemia después de contraer algún problema de salud a lo largo de su vida.

¿La anemia se vuelve leucemia?

NO. Ninguna anemia causa leucemia, así como ninguna anemia se torna leucemia. En realidad, la anemia no sólo no se vuelve leucemia como ningún otro tipo de cáncer. No obstante, como ya se explicó, la anemia puede ser una señal de la existencia de un cáncer, entre ellos la propia leucemia. Por la tanto, la leucemia lleva a la anemia y no al contrario.

Síntomas de la anemia

Como los hematíes son los transportadores de oxígeno de nuestro cuerpo, la falta de ellos lleva a los síntomas de una oxigenación deficiente en nuestros tejidos. El principal síntoma de la anemia es el cansancio. La anemia puede ser tan grave que tareas simples como peinarse el cabello o cambiarse de ropa se vuelvan extenuantes.

Cuanto más rápido se instala la anemia, más cansancio y debilidad siente el paciente. Las anemias que se instalan lentamente dan tiempo al paciente de adaptarse y pueden causar síntomas apenas en las fases avanzadas. Sólo como ejemplo: si el paciente pierde sangre rápidamente y su hemoglobina cae de 13 a 9,0 g/dL en dos o tres día, el paciente sentirá un gran cansancio. Si, por otro lado, hubiese un sangrado pequeño pero constante, de manera que la hemoglobina cayese de 13 a 8,0 g/dL en tres o cuatro meses, el paciente podría no notar el cansancio, a no ser que intentase realizar esfuerzos más intensos.

Anemia
Anemia

Otra señal de anemia es la palidez cutánea, muchas veces identificadas hasta por quienes no son médicos. En pacientes de piel negra, la palidez cutánea es difícil de ser identificada.


Una forma simple de identificar la anemia es mirar la conjuntiva, la membrana que recubre el ojo y la región de dentro del párpado. En personas normales es muy roja. En anémicos, en cambio, es casi del color de la piel.

Además del cansancio y de la palidez cutánea, otros síntomas de la anemia incluyen palpitaciones, falta de aire, dolor en el pecho, somnolencia, mareos e hipotensión. En los ancianos puede haber algún grado de pérdida de atención y dificultades en el raciocinio.

Conclusión

Como se puede notar, la anemia es una situación compleja, que puede indicar decenas de enfermedades.

Lo importante es buscar ayuda médica siempre que haya sospecha de anemia.

No se conforme con el diagnóstico de anemia y la prescripción de hierro en el tratamiento. Pregunte a su médico cuál es la causa de su anemia y qué se está haciendo para diagnosticarla y tratarla.


Autor del artículo
Dr. Pedro Pinheiro. Médico egresado de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) en 2002. Diploma reconocido por la Universidad de Oporto, Portugal. Título de especialista en Medicina Interna de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) en 2005. Título de nefrólogo de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y de la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN) en 2007. Título de Nefrólogo del Colegio Portugués de Nefrología.


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