lunes, 19 de marzo de 2012

Mal aliento.


El mal aliento, también llamado de halitosis, es un problema que atormenta a la humanidad hace milenios. Existen relatos de tratamientos para el mal aliento desde hace tres mil años. Incluso en la Biblia, en el libro de Génesis, se hace mención de tratamientos para refrescar el aliento.



Es importante destacar que muchas personas que no tienen halitosis se preocupan exageradamente con su aliento, mientras gran parte de quienes realmente tienen mal aliento ni siquiera sospecha el hecho. Un 25% de las personas que buscan atención médica, quejándose del mal aliento, en realidad no lo tienen. Es muy difícil para el individuo notar si el propio mal aliento es crónico o aparece apenas de forma puntual.

Causas del mal aliento

Existen unas cuarenta causas diferentes para el mal aliento. Vamos a enfocarnos apenas en las más comunes.

Mal aliento

Más del 80% de las casos de halitosis se originan en la propia boca. Son causados por la acción de la flora bacteriana natural de nuestra orofaringe sobre los alimentos que ingerimos. Poseemos más de 600 tipos de bacterias en nuestra cavidad oral, muchas de ellas capaces de producir gases con hedor debido a la metabolización de materiales orgánicos, principalmente proteínas.

Dos puntos de la cavidad oral son críticos: los dientes y la región posterior de la lengua, donde frecuentemente ocurre la acumulación de bacterias. El olor de la halitosis proviene de la producción de gases por bacterias después de la metabolización de los alimentos que quedan depositados en estas regiones.

Como es previsible, cuanto menor sea la higiene bucal, más bacterias existirán, más detritos alimentarios permanecerán en la cavidad oral y más intenso será el mal aliento. Inflamaciones como gingivitis y periodontitis, causadas por mala higiene oral, también favorecen la halitosis.

La saliva es un antiséptico bucal natural. Además de poseer sustancias antibacterianas, la saliva ayuda al enjuague de la orofaringe, disminuyendo los residuos de bacterias y alimentos. Cuanto más reseca es la boca, peor es el aliento.


Lengua saburrosa
Lengua saburrosa

La saburra lingual, o lengua saburrosa, es otra causa común del mal aliento. Esta alteración se manifiesta como una placa blancuzca compuesta por bacterias y células escamosas que se adhieren a la lengua. La saburra suele surgir por falta de hidratación en la cavidad oral, generalmente por falta de saliva o por un deficiente cepillado de la lengua. Entre otros factores de riesgo que conllevan a la saburra están: dormir con la boca abierta, roncar, uso de antisépticos bucales a base de alcohol y uso de aparatos de ortodoncia o frenillos. Cepillar la lengua y beber suficiente agua para mantener la boca siempre hidratada son simples formas de disminuir la incidencia de la saburra y, consecuentemente, del mal aliento.


Otro aspecto que puede dar origen al mal aliento son las amígdalas. Un mal aliento que surge súbitamente puede ser la primera señal de una faringitis o amigdalitis en desarrollo. Esto es particularmente real en los niños.

Los pacientes con amigdalitis de repetición suelen presentar pequeñas criptas en sus amígdalas, que favorecen la deposición de alimentos y de restos celulares, formando el caseum. De vez en cuando, pequeñas «piedrecillas» extremadamente malolientes se desprenden de estas criptas llevando al paciente a imaginar que su aliento es tan malo cuanto dicho hedor. En realidad, no siempre el caseum amigdalar es la causa del mal aliento. El hecho de que esa «piedrecilla» sea más olorosa, no significa que el aliento sea igual.

Otro sitio que puede ser la causa de la halitosis es la nariz, debido principalmente a cuadros de sinusitis. La existencia de goteo postnasal puede llevar a la acumulación de sustancias malolientes en la base de la lengua.

Muy raramente, un tumor oculto de la orofaringe o laringe puede ser la causa del mal olor.

Un tipo de mal aliento muy común y normalmente pasajero es aquel que ocurre al despertarnos. Dos hecho contribuyen a esa halitosis:

Muchas personas duermen con la boca abierta, produciendo un resecamiento de la boca durante la noche, lo cual, tal como se explicó antes, deviene en mal aliento.

No obstante, el factor más importante es otro. Durante el sueño, llegamos a permanecer más de 10 horas en ayunas. El cuerpo necesita producir energía constantemente, y en periodos de ayuno hay poca glucosa disponible como combustible. El organismo pasa entonces a quemar grasas para producir energía. La metabolización de grasas lleva a la producción de cuerpos cetónicos, sustancias con hedor fuerte que son eliminadas por lo pulmones. Nótese que cada vez que estamos con mucha hambre o en largos periodos de ayuno quedamos con mal aliento. Felizmente, esto es fácil de resolver: sólo hay que comer. 

El mal aliento cetónico del ayuno es el mismo que ocurre en pacientes con diabetes mal controlados.

Otras enfermedades sistémicas que pueden causar mal aliento son la cirrosis y la insuficiencia renal avanzada. Esta última causa un aliento con olor de orina debido a la acumulación de urea y otras sustancias que no son debidamente eliminadas por los riñones. Infecciones en los pulmones también pueden causar halitosis.

Todavía se suele sobrevalorar el papel del estómago en la halitosis. Raras veces enfermedades estomacales son causas de mal aliento. La excepción ocurre en los pacientes con reflujo gastroesofágico que pueden, en algunos casos, presentar halitosis. No obstante, no se justifica una investigación del estómago si el paciente presenta mal aliento sin otros síntomas de reflujo.

Nuestros hábitos diarios también influyen en el aliento. El tabaquismo, el consumo regular de bebidas alcohólicas y el exceso de café son causas de mal aliento. Existe también una relación, poco entendida, entre obesidad y halitosis.

Algunos alimentos como el ajo y la cebolla son capaces de causar mal aliento por varias horas. En el caso del ajo, uno de los gases producidos por su digestión consigue ser absorbido por la circulación sanguínea, siendo eliminado por los pulmones. Por eso, después de la ingestión de ajo, el mal aliento puede permanecer por horas, incluso después de cepillarse los dientes.

Tratamiento del mal aliento

Como la gran mayoría de los casos tienen su origen en la boca, el dentista suele ser el mejor especialista para diagnosticar y tratar la halitosis. En los casos de mal aliento originado en las amígdalas, faringe y nariz, el otorrinolaringólogo puede ser el mejor médico para dar el diagnóstico.

Algunas recomendaciones pueden resolver o por lo menos aliviar el problema:

- Adecuada higiene oral y uso frecuente del hilo dental.
- Revisión dental regular.
- Gárgaras con antisépticos orales, principalmente de noche.
- Cepillado de la lengua. Humedezca su cepillo con antisépticos orales en lugar de pasta de dientes (dentífrico) para limpiar la lengua.
- Ingestión de líquidos para evitar deshidratación y resecamiento de la boca.
- Chicles sin azúcar aumentan la salivación y ayudan a «limpiar» la boca. Cinco minutos de masticación son suficientes.
- Evitar el alcohol, el café y el tabaco.
- Evitar largos periodos de ayuno.
- Alimentarse bien en el desayuno.


Autor del artículo
Dr. Pedro Pinheiro. Médico egresado de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) en 2002. Diploma reconocido por la Universidad de Oporto, Portugal. Título de especialista en Medicina Interna de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) en 2005. Título de nefrólogo de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y de la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN) en 2007. Título de Nefrólogo del Colegio Portugués de Nefrología.

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