lunes, 19 de marzo de 2012

Neumonía .


Neumonía es el nombre que le damos a la infección del pulmón. Para ser más preciso, la neumonía es la infección de los tejidos pulmonares y sus alvéolos. En este texto vamos a explicar como “se adquiere” la neumonía, cuáles son sus síntomas, cómo se hace el diagnóstico y cuál es el tratamiento indicado.


¿Qué son los alvéolos?

Lea el texto y vea la figura abajo para entender mejor las explicaciones (haga click para ampliarla). El aire que respiramos entra por la nariz/boca y va hacia la tráquea; ésta, al llegar al nivel de los pulmones, se bifurca y forma los bronquios principales, uno para el lado izquierdo, otro para el derecho; estos bronquios también se bifurcan, formando los bronquiolos, que, por fin, acaban en los alvéolos. Cada vez que sucede una bifurcación, las estructuras van tornándose progresivamente menores.


Pulmones


 Los alvéolos son cavidades microscópicas que quedan en contacto con la sangre. A través de ellos se realizan los cambios de los gases respirados (oxígeno y gas carbónico). Es en el alvéolo que el oxígeno inspirado llega a los hematíes (glóbulos rojos).

En la neumonía, el alvéolo, que debería tener apenas aire, queda lleno de secreciones purulentas (que tienen pus), impidiendo su funcionamiento. En estos alvéolos no hay intercambio de gases.

Cuantos más alvéolo acometidos, más extensa es la neumonía, y más grave es el cuadro.

¿Cómo se adquiere la neumonía?

En realidad, “adquirir” no es el término más apropiado, ya que da la idea de transmisión de la enfermedad entre individuos. La neumonía no es una enfermedad contagiosa como la gripe o la tuberculosis.

La neumonía puede ser causada, en orden decreciente de frecuencia, por: bacterias, virus, hongos y parásitos.

Nuestro pulmón está expuesto constantemente a microbios del aire y de nuestra propia flora bacteriana de la boca. No estamos enfermos todo el tiempo porque el pulmón tiene sus propios mecanismos de defensa, que incluyen el reflejo de la tos, las células del sistema inmune y microscópicos cilios en el árbol bronquial que “barren” los agentes invasores hacia afuera de las vías respiratorias.

El desarrollo de la neumonía depende de la virulencia del invasor, de la cantidad de microbios que consiguen llegar a los pulmones y de las condiciones inmunológicas del paciente.

Un tipo gravísimo de neumonía es la neumonía por aspiración. Ocurre en personas que vomitan y luego aspiran su contenido. Imagine un paciente con nivel de conciencia reducido que pierde la capacidad de toser, o de tragar la propia saliva, provocando que las secreciones de la cavidad oral caigan en las vías respiratorias. La vía aérea de esta persona está expuesta a una cantidad inmensa de microbios, favoreciendo el desarrollo de la neumonía. Un ejemplo común es alguien que bebió mucho y está en coma o pre-coma alcohólico.

Los pacientes que fuman presentan una irritación constante de todo el árbol bronquial y disfunción de cilios protectores. Las células de defensa pulmonar también son afectadas por el cigarrillo y no funcionan tan bien. Todo eso favorece el aparecimiento de infecciones respiratorias.

Los principales factores de riesgo de neumonía son:

Edad mayor de 65 años.
Infecciones respiratorias virales, como la gripe.
Tabaquismo.
Enfermedades inmunológicas (VIH, transplante, cáncer…).
EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, bronquitis crónica y enfisema pulmonar).
Usuarios de drogas.
Enfermos en cama.
Enfermos con reducción del nivel de conciencia.
Hospitalizaciones prolongadas.
Enfermos en ventilación mecánica.
Enfermos con otra enfermedad pulmonar previa.

Síntomas de la neumonía

Las señales y síntomas del enfermo con neumonía incluyen tos con expectoración, fiebre, escalofríos, falta de aire, dolor en el pecho cuando se respira hondo, vómitos, pérdida del apetito, postración y dolores por todo el cuerpo. Puede haber presencia de sangre mezclada en el esputo. La fiebre de la neumonía es característicamente alta. 

Una de las complicaciones posibles de la neumonía es la formación de derrame pleural.

Pacientes longevos pueden presentar un cuadro atípico, con poca tos y sin fiebre. A veces, la neumonía en este grupo se presenta apenas con postración y alteraciones mentales, como desorientación y confusión mental.

En las neumonías extensas, cuando gran parte del tejido pulmonar se ve afectado, el paciente puede entrar en insuficiencia respiratoria, siendo necesaria la entubación orotraqueal, ventilación mecánica e internación en unidad de terapia intensiva (UTI).

Neumonía x tuberculosis

Muchos pacientes que presentan un cuadro de tos y expectoración quedan asustados con la posibilidad de tener tuberculosis. La diferencia está en el tiempo de evolución de la enfermedad. La neumonía evoluciona en horas y el paciente queda mal al poco tiempo de la enfermedad. En 24-48 horas el enfermo busca atención médica. La tuberculosis se presenta como un cuadro más arrastrado, con los síntomas empeorando de forma gradual y el paciente muchas veces sólo busca atención médica varias semanas después del inicio de los síntomas.

Para más informaciones sobre la tuberculosis, lea: TUBERCULOSIS | Síntomas y tratamiento

Diagnóstico de la neumonía

El diagnóstico de la neumonía es realizado normalmente con examen físico y una radiografía de tórax. Los análisis de sangre pueden ayudar, pero no son imprescindibles. Un buen médico es capaz de diagnosticar una neumonía apenas con el historial clínico y el examen físico.


Neumonía - radiografía
Neumonía

La radiografía, por ser un examen barato y ampliamente disponible, es normalmente solicitada para confirmar el diagnóstico. Los alvéolos llenos de secreción aparecen como una mancha blanca en la radiografía de tórax, como se puede ver en la foto de abajo.

El hemograma del paciente con neumonía presenta una gran elevación del número de leucocitos, típico de infecciones bacterianas .

En los pacientes más graves, que necesitan de hospitalización, normalmente tratamos de identificar cuál es la bacteria responsable por la neumonía. Podemos investigar la bacteria en la sangre (a través del hemocultivo) o en el propio esputo del paciente. En casos seleccionados puede ser necesaria la recolección de secreciones directamente del pulmón, a través de la broncoscopia.

Tratamiento de la neumonía

Las neumonías son divididas en comunitarias, cuando son adquiridas en el día a día, y hospitalarias, cuando surgen en pacientes hospitalizados. La neumonía hospitalaria es más grave y más difícil de tratar, pues es normalmente causada por bacterias más resistentes y afecta a pacientes más frágiles.

El tratamiento de las neumonías bacterianas se lleva a cabo con antibióticos por un mínimo de ocho días. Las neumonías comunitarias pueden ser tratadas con antibióticos orales, no obstante, aquellas que evolucionan mal necesitan de internación hospitalaria y antibióticos venosos.

Los principales medicamentos usados para las neumonías comunitarias son la amoxicilina, azitromicina, claritromicina, ceftriaxone, levofloxacina y moxifloxacina. Se esperan señales de mejoría a partir del tercer día del tratamiento.

Las neumonías pueden fácilmente producir una sepsis y suelen ser importantes causas de muerte en ancianos o inmunodeficientes.

Ya existe vacuna contra la neumonía estreptocócica, causada por el Streptococcus pneumoniae, el tipo más común. Está indicada para niños y personas arriba de los 50 años, sin embargo no evita neumonías causadas por otro gérmenes.

¿Exponerse al frío causa neumonía?

La leyenda del frío es muy difundida en la población, pero presenta apenas una pequeña parcela de verdad. Como ya expliqué, para tener neumonía es necesario una infección bacteriana, no basta una corriente de aire frío para infectarnos.

Lo que sucede es que en el frío, el sistema de defensa, principalmente los cilios de las vías aéreas, funcionan de forma más lenta, lo cual favorece la invasión de gérmenes. Durante el invierno, la personas andan menos en la calle y tienden a aglomerarse en lugares cerrados, favoreciendo la transmisión de virus como la gripe. Las infecciones respiratorias virales son factores de riesgo, principalmente en ancianos, que pueden propiciar el aparecimiento de la neumonía. 

Así pues, nadie adquiere neumonía porque abrió la heladera con el cuerpo mojado o porque le cogió una lluvia saliendo del trabajo o del colegio. Felizmente, nuestro sistema inmune es suficientemente fuerte para lidiar con situaciones triviales como estas.


Autor del artículo
Dr. Pedro Pinheiro. Médico egresado de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) en 2002. Diploma reconocido por la Universidad de Oporto, Portugal. Título de especialista en Medicina Interna de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) en 2005. Título de nefrólogo de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y de la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN) en 2007. Título de Nefrólogo del Colegio Portugués de Nefrología.

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