lunes, 19 de marzo de 2012

La tuberculosis.


La tuberculosis es una enfermedad infecciosa y contagiosa causada por una bacteria que puede afectar a diferentes órganos, siendo la tuberculosis pulmonar su principal forma. En este texto explicaremos cuáles son los principales síntomas de la tuberculosis, su tratamiento y cuáles órganos son más afectados.



Antes de hablar de los síntomas de la tuberculosis es necesario aclarar algunos puntos acerca de la enfermedad, que son muy poco divulgados por los medios de comunicación.

¿Qué es la tuberculosis?

La tuberculosis es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria llamada Mycobacterium tuberculosis, también conocida como bacilo de Koch, en homenaje a Robert Koch, médico alemán que identificó la bacteria. La enfermedad es muy famosa por su acometimiento pulmonar (tuberculosis pulmonar), sin embargo pocos saben que varios otros órganos del cuerpo también pueden ser infectados por la tuberculosis, como la piel, los riñones, los linfonodos, huesos, cerebro, etc.

Desde el surgimiento de la pandemia VIH/SIDA en la década de los 80’s, la infección por tuberculosis volvió a ser una gran preocupación, ya que los pacientes inmunodeprimidos son muy susceptibles al bacilo de Koch.

Actualmente 1/3 de la población mundial está infectada con el bacilo de Koch. El hecho es que apenas el 10% de las personas que entran en contacto con la bacteria desarrollan síntomas de tuberculosis. Esta resistencia se debe a que nuestro sistema inmune es bastante competente para impedir la progresión de la enfermedad. A pesar de esta resistencia, la bacteria muchas veces no es completamente eliminada por el sistema inmune y queda adormecida en nuestro organismo, sin causar síntomas, a la espera de una disminución de nuestras defensas para volver a multiplicarse.

La infección por medio del bacilo de Koch inicia siempre por los pulmones, sin embargo puede extenderse por todo el cuerpo. Pero no todo mundo desarrollará la tuberculosis activa y algunos permanecerán con la bacteria adormecida en el organismo, habiendo tenido o no síntomas de tuberculosis pulmonar. La bacteria puede quedar alojada durante años en cualquier parte del cuerpo, como cerebro, meninge, riñones, intestinos, corazón, linfonodos, huesos, etc., apenas a la espera de una caída del sistema inmune para volver a multiplicarse.

Resumiendo: usted puede entrar en contacto con la bacteria de la tuberculosis y seguir por uno de los tres caminos:

- Su sistema inmunológico no consigue controlar la bacteria y usted desarrolla la enfermedad, presentando, en la mayoría de los casos, síntomas de tuberculosis pulmonar.

- Su sistema inmunológico consigue controlar la bacteria, pero no la elimina de su cuerpo, manteniéndola apenas «adormecida» por varios años. Si hubiera alguna caída en el sistema inmune, la bacteria puede volver a activarse, causando generalmente uno de los tipos de tuberculosis extrapulmonar.

- Su sistema inmunológico consigue controlar la bacteria y la elimina definitivamente del cuerpo.

Factores de riesgo para el desarrollo de la tuberculosis

Los individuos con las siguientes características son aquellos con mayor riesgo de desarrollar tuberculosis después de tener contacto con alguien contaminado:

Ancianos.
Diabéticos.
Moradores de la calle.
Alcohólicos.
Insuficientes renales crónicos.
Enfermos con neoplasias o bajo quimioterapia.
Transplantados.
Portadores del VIH. 

La población que vive en prisiones también es una de las más susceptibles a la infección, debido a la continua exposición a la bacteria en ambientes cerrados. 

Síntomas de la tuberculosis pulmonar

La tuberculosis pulmonar es la manifestación más común de la enfermedad. La transmisión se lleva a cabo por el aire, a través de aerosoles expelidos por la tos, estornudo o por la propia habla. Se estima que una persona infectada, si no es tratada, puede contaminar a otras 15 en un intervalo de un año. De acuerdo con las estadísticas, de estas quince, apenas una o dos desarrollan síntomas.

Atención: apenas los casos sintomáticos son capaces de transmitir la enfermedad. Si usted entró en contacto con el bacilo, pero no desarrolló enfermedad, no hay riesgo de transmisión de bacteria para otros.

El cuadro típico de tuberculosis pulmonar es de fiebre con sudores y escalofríos nocturnos, dolor en el pecho, tos con expectoración, por momentos con rayas de sangre, pérdida del apetito, postración y adelgazamiento que llega a 10 o 15 kg en algunas semanas.

Por ser también una infección pulmonar, el cuadro puede recordarnos el de una neumonía. No obstante, mientras la neumonía es una enfermedad más aguda, que se desarrolla en horas/días, la tuberculosis es más lenta, evolucionando en semanas. Algunos enfermos con tuberculosis sólo buscan atención médica dos meses después del inicio de los síntomas. Se debe pensar siempre en tuberculosis pulmonar en aquellos pacientes con cuadro de neumonía arrastrada que no mejoran con antibióticos comunes (lea: NEUMONÍA | Síntomas y tratamiento).

Síntomas de la tuberculosis extrapulmonar

La tuberculosis en otros órganos también suele causar adelgazamiento, fiebre, sudores nocturnos, postración, pérdida del apetito, etc. La diferencia es que no hay síntomas respiratorios, como la tos, pero sí síntomas específicos de la afección de cada órgano. Ejemplos:

Síntomas de la tuberculosis pleural

La tuberculosis extrapulmonar más común es la tuberculosis pleural, que, como dice el nombre, afecta la pleura, membrana que recubre los pulmones. Los síntomas más comunes (además de los descritos anteriormente) son dolor toráxico unilateral y falta de aire, causado por el aparecimiento de derrame pleural, más conocido como agua en la pleura.

Síntomas de la tuberculosis ganglionar

La tuberculosis ganglionar es una manifestación común en los pacientes seropositivos infectados por el bacilo de Koch. El cuadro típico es de aumento de los linfonodos en la región del cuello. Al principio, los ganglios tienen crecimiento lento y son indoloros; posteriormente, aumentan de volumen y tienden a agruparse, pudiendo crear fístulas (comunicaciones) hacia la piel.

Tuberculosis ósea
Tuberculosis ósea - columna vertebral



Síntomas de tuberculosis ósea

La tuberculosis ósea suele afectar la columna vertebral, causando destrucción de las vértebras. La tuberculosis de la columna también es llamada de «Mal de Pott». La enfermedad progresa lentamente con síntomas de dolor leve/moderado en la espalda, que empeora progresivamente. Conforme la vértebra se va destruyendo, la médula puede ser afectada, causando intenso dolor y alteraciones neurológicas, incluyendo parálisis de los miembros.

Tuberculosis urinaria

La tuberculosis urinaria tiene síntomas semejantes a la infección urinaria, no obstante, sin respuesta a los antibióticos y con urocultivo negativo. Si no es tratada a tiempo, puede llevar a deformaciones del sistema urinario e insuficiencia renal terminal.

Tuberculosis cerebral

Es la forma más grave de tuberculosis, pudiendo evolucionar como una meningitis tuberculosa o con la formación de tuberculomas cerebrales, especies de tumores en el sistema nervioso central.

También existe la tuberculosis de ojos, de intestinos, de piel, de corazón, de peritoneo, etc. Hablaremos de estas en otro momento para no extendernos demasiado.


Diagnóstico de la tuberculosis



Tuberculosis pulmonar
Tuberculosis pulmonar

El diagnóstico de la tuberculosis pulmonar se hace a través del historial clínico, de la radiografía del tórax y del examen de catarro, este último es el examen que identifica la presencia del bacilo de Koch.


La infecciones extrapulmonares, en general, ocurren años después de la infección pulmonar o incluso de la contaminación asintomática. El diagnóstico de las formas extrapulmonaes es habitualmente hecho por la biopsia del órgano afectado.

La radiografía del tórax es importante porque puede detectar lesiones pulmonares antigua en paciente que desconoce el hecho de haber tenido tuberculosis. Estas lesiones, llamada de «cavernas», pude reactivarse, causando un nuevo cuadro de tuberculosis pulmonar.

¿Y cómo saber si usted es portador asintomático de la bacteria de la tuberculosis?


PPD
PPD

Existe un test llamado de PPD (derivado proteico purificado, por sus siglas en inglés), o test de la tuberculina, que es realizado a través de la inoculación subcutánea de proteínas del bacilo de Koch muerto. Después de 48-72 horas es realizada la valoración del grado de reacción del cuerpo al material inoculado.


Si el paciente ya fue expuesto a la bacteria, su organismo posee anticuerpos que atacan las proteínas inoculadas en la piel.

PPD
PPD positivo

En personas saludables, una inflamación con el centro endurecido mayor que 15 mm (1,5 cm) es considerado positivo. En diabéticos, renales crónicos o en profesionales de la salud expuestos frecuentemente a personas infectadas, un resultado mayor que 10 mm (1 cm) también es considerado positivo. Pacientes con SIDA u otra causa de inmunosupresión, 5 mm (0,5 cm) ya es considerado positivo.


El test de PPD sólo resulta positivo después de 12 semanas de exposición a personas infectadas. No sirve hacer el PPD apenas algunos días después del contacto con alguien supuestamente contagioso.

Enfermos con el PPD positivo son candidatos al tratamiento contra tuberculosis latente, a fin de impedir una futura reactivación del bacilo.

Tratamiento de la tuberculosis

Los enfermos que presentan síntomas de tuberculosis son tratados con un plan de cuatro antibióticos por al menos 6 meses: Rifampicina, Isoniazida, Pirazinamida y Etambutol por 2 meses + Rifampicina y Isoniazida por 4 meses.

El tratamiento de las formas latentes, esto es, pacientes asintomáticos pero con PPD positivo, tal como se describió anteriormente, es realizado apenas con la Isoniazida, también por un periodo de 6 de meses.

El gran problema del control de la tuberculosis es el descuido antes del final de los 6 meses. Como los síntomas mejoran en poco tiempo y los efectos colaterales son comunes, muchos pacientes no completan el tiempo total del tratamiento, favoreciendo el surgimiento de cepas multirresistentes del bacilo de Koch.

Los pacientes dejan de transmitir la tuberculosis después de aproximadamente 15 días de tratamiento. No obstante, pueden volver a ser bacilíferos (transmisores de bacilo) si no completan el curso de 6 meses de antibióticos.

La tuberculosis no tratada lleva a la sepsis grave y a la muerte.

¿Existe vacuna contra la tuberculosis?

Existe una vacuna llamad de BCG, que forma parte del calendario nacional. Es administrada en la infancia y sirve para prevenir las formas más graves de la enfermedad, como la tuberculosis diseminada y la meningitis tuberculosa. La vacuna, a pesar de disminuir la incidencia de la tuberculosis pulmonar no la evita por completo. Como es hecha a partir de bacterias vivas, no debe ser administrada en inmunosuprimidos.


Autor del artículo
Dr. Pedro Pinheiro. Médico egresado de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) en 2002. Diploma reconocido por la Universidad de Oporto, Portugal. Título de especialista en Medicina Interna de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) en 2005. Título de nefrólogo de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y de la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN) en 2007. Título de Nefrólogo del Colegio Portugués de Nefrología.

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