Historia de
los marcadores tumorales
El primer marcador
tumoral moderno usado para detectar el cáncer fue la gonadotropina coriónica
humana (HCG), la sustancia que los médicos observan en las pruebas de embarazo.
A las mujeres cuyos embarazos concluyeron, pero que continúan teniendo su útero
dilatado, se les realiza la prueba para detectar la presencia de HCG. Un nivel
alto de HCG en la sangre puede que indique la presencia de un cáncer de la
placenta llamado neoplasia trofoblástica del embarazo (GTD, por sus siglas en
inglés). Este cáncer continúa produciendo HCG. Algunos tumores cancerosos de
los testículos y de los ovarios se asemejan a la GTD , ya que se originan de células reproductoras
llamadas células germinales. Estos tumores cancerosos también producen el
marcador HCG, el cual se usa en el diagnóstico y seguimiento de la respuesta al
tratamiento.
La esperanza de
las investigaciones sobre los marcadores tumorales en algún momento consistió
en poder detectar todos los tumores cancerosos con un solo análisis de sangre.
Tanto la neoplasia trofoblástica del embarazo (GTD), como los tumores de
células germinales de los ovarios y de los testículos, son tumores cancerosos
muy poco comunes como para realizar las pruebas en todas las personas. Sin
embargo, los tumores cancerosos del colon, del seno y del pulmón son más
comunes. Así, un simple análisis de sangre, que podría detectar estos tumores
cancerosos en sus etapas iniciales, podría evitar la muerte de millones de
personas. Muchos científicos comenzaron a trabajar hacia esta meta.
El primer éxito en
desarrollar una prueba sanguínea para el cáncer común fue en 1965, cuando el
antígeno carcinoembrionario (CEA) fue detectado en la sangre de algunos
pacientes con cáncer de colon. Para finales de los años 70 se habían
creado varias pruebas de sangre para distintos tipos de cáncer. A menudo se
asignaron identificadores numéricos a los nuevos marcadores: CA 19-9 para el
cáncer colorrectal y del páncreas, CA15-3 para el cáncer del seno y CA 125 para
el cáncer de los ovarios. Muchos otros fueron también descubiertos, pero al no
mostrar una ventaja sobre los que ya se habían descubierto, no fueron
estudiados más detalladamente.
Desgraciadamente,
ninguno de estos marcadores, incluido el antígeno carcinoembrionario (CEA),
llegó a la meta original de descubrir el cáncer en una etapa inicial. Casi
todas las personas tienen una pequeña cantidad de estos marcadores en su sangre,
y es muy difícil detectar tumores cancerosos en etapa inicial mediante el uso
de estas pruebas. Los niveles de estos marcadores se elevan considerablemente
sólo cuando hay presente una cantidad significativa de cáncer. Algunas personas
con cáncer simplemente nunca presentan niveles elevados de estos marcadores.
Incluso cuando los niveles de estos marcadores son elevados, no son lo
suficientemente específicos. Por ejemplo, a menudo los pacientes con cáncer del
pulmón o del seno pueden tener CEA elevado, aunque este marcador fue primero
descubierto en personas con cáncer del colon. El CA 125 puede ser elevado en
mujeres con condiciones ginecológicas distintas del cáncer ovárico. Debido a
esto, los marcadores son principalmente usados en pacientes que ya hayan sido
diagnosticados con cáncer para seguir su respuesta al tratamiento o para
detectar el regreso del cáncer tras el tratamiento.
El único marcador tumoral que actualmente permite a los médicos detectar tempranamente la enfermedad y que es usado en las pruebas de detección es la prueba con el antígeno prostático específico (PSA). Fue descubierto aproximadamente en el mismo tiempo que los demás, pero su uso se ha diseminado para la detección desde principios de los años 90 debido a que ofrece algunas ventajas sobre los otros. Primero, está hecho solamente de células de la próstata, por lo que un incremento en el PSA es justamente específico a un problema de la próstata. Y el nivel de PSA normalmente se incrementa incluso en los cánceres en etapa inicial, por lo que la mayoría de los cánceres de la próstata pueden detectarse en una etapa temprana, cuando son más propensos a ser curables. No obstante, la prueba no es perfecta. Puede que algunos hombres presenten niveles elevados de PSA debido a otras condiciones de la próstata (o cáncer de la próstata que nunca requeriría tratamiento), así como puede que algunos hombres con cáncer de la próstata no presenten niveles elevados de PSA. Debido a esto, los médicos y las organizaciones médicas no coinciden sobe si todos los hombres deberían ser sometidos a prueba.
El único marcador tumoral que actualmente permite a los médicos detectar tempranamente la enfermedad y que es usado en las pruebas de detección es la prueba con el antígeno prostático específico (PSA). Fue descubierto aproximadamente en el mismo tiempo que los demás, pero su uso se ha diseminado para la detección desde principios de los años 90 debido a que ofrece algunas ventajas sobre los otros. Primero, está hecho solamente de células de la próstata, por lo que un incremento en el PSA es justamente específico a un problema de la próstata. Y el nivel de PSA normalmente se incrementa incluso en los cánceres en etapa inicial, por lo que la mayoría de los cánceres de la próstata pueden detectarse en una etapa temprana, cuando son más propensos a ser curables. No obstante, la prueba no es perfecta. Puede que algunos hombres presenten niveles elevados de PSA debido a otras condiciones de la próstata (o cáncer de la próstata que nunca requeriría tratamiento), así como puede que algunos hombres con cáncer de la próstata no presenten niveles elevados de PSA. Debido a esto, los médicos y las organizaciones médicas no coinciden sobe si todos los hombres deberían ser sometidos a prueba.
En años recientes,
se han descubierto muchos otros marcadores tumorales que están siendo
actualmente estudiados. Algunos de éstos son distintos a los marcadores
tradicionales que consisten de proteínas detectadas en la sangre.
DEFINICION
Se
consideran marcadores tumorales todas las sustancias producidas o inducidas por
la célula neoplásica que reflejen su crecimiento y/o actividad y que permitan
conocer la presencia, la evolución o la respuesta terapéutica de un tumor
maligno. La mayoría de los marcadores tumorales no son específicos de un tumor.
Con frecuencia, los falsos positivos de los marcadores tumorales están
asociados a enfermedades de los tejidos donde son sintetizados, catabolizados
y/o eliminados. La sensibilidad de los marcadores tumorales varía en relación
con el estadio tumoral: suele ser baja en los estadios iniciales, y elevada en
los estadios más avanzados. Estos datos sugieren que la mayoría de los
marcadores tumorales no son excesivamente útiles en el diagnóstico, pero sí en
el pronóstico, diagnóstico precoz de recidiva y control evolutivo de un tumor.
Para discriminar si una elevación sérica de un marcador tumoral se debe a una
enfermedad benigna o maligna, se utilizan dos criterios: concentración del
marcador tumoral y control evolutivo. Los incrementos séricos de la mayoría de
los marcadores tumorales en ausencia de neoplasia suelen ser moderados, muy
inferiores a los hallados en pacientes con metástasis. El segundo criterio
considera que si el marcador tumoral es producido por las células neoplásicas,
las concentraciones séricas se incrementarán como consecuencia del crecimiento
tumoral. Si se realizan 2 o 3 determinaciones seriadas con un intervalo
superior a la semivida del marcador tumoral, puede discernirse si es de origen
tumoral (incremento continuo) o no tumoral (estabilización). Los principales
marcadores tumorales empleados en la actualidad se y se describen a
continuación.
CALCITONINA: La calcitonina es una
hormona proteica, de peso molecular 3,6 kD, producida por las células
parafoliculares (células C) del tiroides, que interviene en la regulación de
los niveles sanguíneos de calcio. Se consideran normales los valores inferiores
a 27 ng/ml en varones y de 17 ng/ml en mujeres, aunque varían notablemente
según el procedimiento empleado. En la mayoría de los carcinomas medulares (90
%) hay hipersecreción de calcitonina. La sensibilidad de este marcador tumoral
puede incrementarse mediante la estimulación de la secreción de calcitonina con
la administración de calcio, la inyección de pentagastrina o de ambos,
obteniéndose una respuesta muy supe rior en los pacientes con cáncer medular de
tiroides o con lesiones premalignas. La determinación de calcitonina tras
estimulación permite el diagnóstico precoz del cáncer medular de tiroides en
familiares de pacientes afectos por este tumor. Hay que tener presente que
también pueden hallarse incrementos de calcitonina en la insuficiencia renal,
el síndrome de Zollinger-Ellison, el síndrome carcinoide y algunas neoplasias
pulmonares, principalmente en carcinomas escamosos y de células pequeñas. Un
criterio discriminativo entre el carcinoma medular y estas entidades suele ser
la respuesta a la estimulación, muy inferior en estas últimas. El CEA es otro
marcador tumoral propuesto en los carcinomas medulares, con niveles elevados en
el 60-70 % de los pacientes y considerado un signo de mal pronóstico.
TIROGLOBULINA: La tiroglobulina es una
glucoproteína de 660 kD sintetizada por el retículo endoplásmico rugoso de las
células foliculares del tiroides y regulada por la TSH. Se consideran
normales las concentraciones inferiores a 27 ng/ml, si bien existen grandes
variaciones según el método empleado para su determinación. Pueden hallarse
niveles superiores en mujeres durante el último trimestre de gestación. Un
problema que plantea el empleo de tiroglobulina es la existencia de
autoanticuerpos antitiroglobulina en el 15 % de los pacientes con carcinoma de
tiroides, que pueden originar resultados falsamente negativos. La mayoría de
los pacientes con neoplasias foliculares y papilares tienen concentraciones
elevadas de tiroglobulina (excluyendo los tumores anaplásicos). Pueden
detectarse incrementos de tiroglobulina en otros tumores malignos que infiltren
el tiroides, si bien las concentraciones suelen ser menores. La tiroglobulina
no es útil en el diagnóstico diferencial de otra afección tiroidea, ya que se
detectan incrementos en enfermedades benignas como la tiroiditis subaguda, el
adenoma tóxico y el síndrome de bocio tóxico difuso. La principal aplicación de
la tiroglobulina es en el seguimiento. La detección de niveles postoperatorios
elevados o en ascenso indica la persistencia tumoral o metástasis. En general,
tras la tiroidectomía los niveles de tiroglobulina deben ser indetectables.
ANTÍGENO
CARCINOEMBRIONARIO:
El CEA es una glucoproteína de elevado peso molecular (180 kD) presente en la
membrana citoplasmática de numerosas células glandulares. Se consideran
normales las concentraciones inferiores a 5 ng/ml, si bien el 7-8 % de los
individuos fumadores pueden presentar concentraciones ligeramente superiores
(< 8-10 ng/ml). Niveles superiores a la normalidad, aunque en general
inferiores a 15 ng/ml, pueden detectarse en pacientes con enfermedades pulmonares
o hepáticas crónicas, insuficiencia renal, colitis ulcerosa y enfermedad de
Crohn. El CEA puede considerarse un marcador tumoral de amplio espectro, siendo
empleado en la mayoría de las neoplasias epiteliales: neoplasias digestivas
(colon, recto, estómago, páncreas), mamarias, pulmonares, tumores de cabeza y
cuello, neoplasias ginecológicas (endometrio, cérvix), entre otras. La
principal aplicación del CEA es en el carcinoma colorrectal, en el que muestra
una sensibilidad relacionada con el estadio de Dukes: 5-10 % en los estadios A,
40-50 % en los estadios B, 60-65 % en los estadios C y alrededor del 90 % en
los estadios D. Las principales aplicaciones clínicas son en el pronóstico, el
diagnóstico precoz de recidiva (sensibilidad del 80 %) y la monitorización
terapéutica. En los demás tumores donde se emplea el CEA, suele tenerlas mismas
aplicaciones, si bien con una menor sensibilidad.
ANTÍGENO
CARBOHIDRATO 19-9:
El CA 19-9 se ha identificado como un derivado siálico del grupo sanguíneo
Lewis a . Se consideran normales las concentraciones inferiores a 37 U/ml. El
CA 19-9 se incrementa en la insuficiencia renal y las hepatopatías
(principalmente asociadas a colestasis). Su principal aplicación como marcador
tumoral es en tumores digestivos, en especial el carcinoma de páncreas, en el
que presenta una sensibilidad entre el 20 % en los tumores menores de 3 cm y el 85 % en los casos
avanzados. El CA 19-9 también es útil en el carcinoma gástrico (sensibilidad
del 27 % en enfermedad local y del 70 % en neoplasias avanzadas) en combinación
con el CEA y el TAG-72, en neoplasias ováricas (carcinomas mucinosos e
indiferenciados) en combinación con el CA 125, y en adenocarcinomas o
carcinomas indiferenciados de células grandes pulmonares. En el cáncer
colorrectal, algunos autores aconsejan su empleo junto con el CEA, si bien
parece que el incremento de sensibilidad obtenido es escaso.
GLUCOPROTEÍNA
TAG-72: Es
una glucoproteína mucínica de elevado peso molecular. Se consideran normales
las concentraciones inferiores a 6 U/ml. Se detectan incrementos poco
importantes de TAG-72 en un escaso porcentaje de pacientes con afecciones
hepáticas y renales crónicas y enfermedades ginecológicas (quistes ováricos) y
pulmonares. Su principal aplicación es el carcinoma gástrico, donde presenta
una sensibilidad superior a la hallada con el CEA o el CA 19-9, oscilando entre
el 10 y el 60 % según el estadio. También se pueden observar incrementos de
TAG-72 en el carcinoma colorrectal, pulmonar (adenocarcinoma, carcinoma de
células grandes) y ovárico.
ALFAFETOPROTEÍNA: La alfafetoproteína (AFP) es
una glucoproteína (70 kd) con una composición proteica muy similar a la
albúmina. Se consideran normales las concentraciones de AFP inferiores a 10
ng/ml. En enfermedades hepáticas, como la cirrosis y las hepatitis agudas y
crónicas, pueden observarse niveles elevados de AFP, aunque rara vez superan
los 50-75 ng/ml. La mayoría de los autores coinciden en considerar 100 ng/ml
como un nivel que permite diferenciar entre el cáncer primitivo y las
enfermedades benignas.
Por el contrario, hasta el 40-50 % de los carcinomas hepatocelulares tienen concentraciones de AFP superiores a estos límites. Sólo otras dos enfermedades pueden presentar estas concentraciones tan elevadas: la tirosinemia hereditaria y el carcinoma testicular. La determinación de AFP se emplea en el cáncer hepatocelular para el diagnóstico precoz en grupos de alto riesgo, y el control evolutivo. La determinación seriada de AFP permite diagnosticar entre el 20 y 30 % de los hepatocarcinomas, antes que otros métodos diagnósticos.La AFP se utiliza también en los
tumores testiculares no seminomas, con una sensibilidad del 50-60 %. Suele
emplearse en combinación con b-HGC (sensibilidad del 40-45 %), alcanzando
entonces una sensibilidad del 75-85 %.
Por el contrario, hasta el 40-50 % de los carcinomas hepatocelulares tienen concentraciones de AFP superiores a estos límites. Sólo otras dos enfermedades pueden presentar estas concentraciones tan elevadas: la tirosinemia hereditaria y el carcinoma testicular. La determinación de AFP se emplea en el cáncer hepatocelular para el diagnóstico precoz en grupos de alto riesgo, y el control evolutivo. La determinación seriada de AFP permite diagnosticar entre el 20 y 30 % de los hepatocarcinomas, antes que otros métodos diagnósticos.
MUCINAS
EN EL CÁNCER DE MAMA:
En los últimos años se han identificado diversos antígenos mediante anticuerpos
monoclonales dirigidos frente a glucoproteínas que pertenecen a las mucinas: el
antígeno carbohidrato 153, el antígeno mucínico asociado al cáncer de mama
(MCA) y el antígeno carbohidrato 549 (CA 549). Todos estos antígenos tienen en
común su especificidad de órgano (con incrementos importantes en carcinomas
mamarios y ováricos), su elevado peso molecular, contenido en hidratos de carbono
y elevada densidad. Dadas su semejanza estructural y la similar sensibilidad y
especificidad, algunos autores consideren que estos anticuerpos detectan
epítopos distintos de un antígeno común. Se consideran normales los valores
inferiores a 35 U/ml para el CA 15-3 y 13 U/ml para el MCA y el CA 549.
Concentraciones séricas superiores a dichos niveles pueden aparecer en
enfermedades hepáticas crónicas y en la insuficiencia renal. La sensibilidad de
estos marcadores tumorales en el cáncer de mama oscila entre el 25-30 % en los
tumores locorregionales y el 75-85 % en los tumores metastásicos. La principal
aplicación de estos marcadores tumorales es en el diagnóstico precoz de
recidiva y en el control evolutivo. El CA 15-3 es el primer signo de recidiva
tumoral en el 50 % de las pacientes con metástasis. La combinación de CEA y CA
15-3 permite diagnosticar precozmente el 65 % de las recidivas tumorales.
Incrementos séricos de estas mucinas pueden observarse en otras neoplasias,
principalmente ováricas (sensibilidad del 50 %) y pulmonares (adenocarcinomas y
carcinomas indiferenciados de células grandes).
ONCOPROTEÍNA
C-erb B2 O Her-2-neu:
El oncogén C-erb B2, localizado en el cromosoma 17, codifica una proteína de
180 kD situada en la membrana citoplasmática, que presenta una gran homología
con el receptor de crecimiento epidérmico. En el 30-35 % de los carcinomas
mamarios y ováricos se detecta amplificación y sobreexpresión de este oncogén.
En sangre es posible detectar parte de la oncoproteína (100 kD) inducida por
este oncogén. Se consideran normales valores inferiores a 15 U/ml. Incrementos
séricos más moderados pueden detectarse en pacientes con procesos hepáticos
crónicos o metástasis hepáticas de tumores no productores de esta oncoproteína.
El c-erb B2 puede ser un marcador tumoral de interés en neoplasias mamarias
ováricas, prostáticas y pulmonares (adenocarcinomas). Su sensibilidad suele ser
inferior a la obtenida con otros marcadores tumorales en estadios tanto
iniciales (10 %) como avanzados (40 %). Su principal aplicación es como
indicador pronóstico, en la detección precoz de recidiva y en el control
evolutivo.
FRACCIÓN
b DE LA HORMONA
GONADOTROPINA CORIÓNICA: La HGC es una hormona glucoproteica sintetizada por
las células sincitiotrofoblásticas de la placenta, formada por dos subunidades,
a y b, con un peso molecular de 15 y 22 kD, respectivamente. Las
concentraciones séricas de esta hormona son inferiores a la sensibilidad del
método (< 2 mU/ml), en ausencia de gestación. La b-HGC es un marcador tumoral
ideal en tumores trofoblásticos gestacionales (mola hidatiforme,
coriocarcinoma) y en tumores testiculares (v. Alfafetoproteína), siendo útil en
el diagnóstico (sospecha ante niveles superiores a los correspondientes al
tiempo de gestación o persistencia o incremento tras un embarazo a término o un
aborto), el pronóstico, la detección precoz de recidiva, la monitorización
terapéutica, la evaluación de la resistencia al tratamiento y la duración de la
quimioterapia (el doble de tiempo que la b-HGC tardó en normalizarse). Tras la
evacuación del tejido molar, los niveles de b-HGC deben normalizarse.
ANTÍGENO
CARBOHIDRATO 125:
El CA 125 es una mucina de elevado peso molecular, aislada en adenocarcinomas
ováricos y producida en condiciones normales por los mesotelios y estructuras
derivadas de los conductos de Müller. Los valores normales en suero son
inferiores a 37 U/ml. Niveles superiores de CA 125 pueden detectarse en
endometriosis, insuficiencia renal, tuberculosis y procesos que afecten el
mesotelio (peritonitis), principalmente en los asociados a derrames, en los que
se detectan concentraciones similares a las halladas en neoplasias ováricas. El
CA 125 es un marcador tumoral muy útil en los carcinomas ováricos (excluyendo
los carcinomas mucinosos), con una sensibilidad que oscila entre el 50 y el 95
% en función del estadio. Su determinación es de ayuda en el diagnóstico, el
pronóstico, la detección precoz de recidiva (primer signo de sospecha en el 85
% de las pacientes) y la monitorización terapéutica. Pueden detectarse también
incrementos séricos de CA 125, aunque cuantitativamente mucho menores, en otras
neoplasias ginecológicas, sobre todo en los carcinomas endometriales
(sensibilidad del 40-50 %) y en neoplasias de pulmón (adenocarcinomas y
carcinomas indiferenciados de células grandes).
CA 15-3: el CA 15-3 se usa
principalmente para la observación de pacientes con cáncer del seno. Los
niveles elevados en la sangre se reportan en menos del 10% de los pacientes con
una etapa temprana de la enfermedad, mientras que se detectan en alrededor de
70% de aquéllos con un estado avanzado de la misma. Los niveles por lo general
bajan enseguida de que el tratamiento comienza a surtir efecto, aunque pueden
subir durante las primeras semanas tras su inicio, como consecuencia de las
células cancerosas que mueren diseminando su contenido en el torrente
sanguíneo. El nivel normal por lo general es menor a 25 U/mL
(unidades/mililitro), dependiendo del laboratorio. Pero las mujeres que no
tienen cáncer, algunas veces pueden presentar niveles tan altos como de 100
U/mL. Los niveles de este marcador pueden también ser más elevados en otros
cánceres y en algunas condiciones no cancerosas, como tumores benignos del seno
y hepatitis.
ANTÍGENO
SCC: Este
antígeno se asocia a los carcinomas escamosos. Sus valores normales llegan
hasta 2,75 ng/ml. Los resultados falsos positivos se asocian a insuficiencia
renal, psoriasis, pénfigo, eccemas y neumopatías (tuberculosis). El scc es un
marcador tumoral de las neoplasias epidermoides, principalmente de cérvix,
pulmón, laringe y ano, siendo de interés como indicador pronóstico, en la
detección precoz de recidiva y en la monitorización terapéutica. En pacientes
con cáncer de cérvix, la sensibilidad del scc se relaciona con el estadio,
oscilando entre el 16-31 % en el estadio I y/o del 90 % en el estadio IV. Su
principal utilidad en esta neoplasia es como indicador precoz de recidiva, con
incrementos continuos previos al diagnóstico en el 80 % de las pacientes,
oscilando el intervalo entre primer incremento y recidiva entre 1 y 14 meses.
ENOLASA
ESPECÍFICA NEURONAL:
Esta isoenzima g de la enolasa, se halla presente principalmente en las células
neuronales y neuroendocrinas. Los valores normales son inferiores a 15 mg/l,
detectándose incrementos moderados (< 25-30 mg/l) en pacientes con
neumopatías (principalmente infecciosas) e insuficiencia renal. La enolasa
específica neuronal se emplea como marcador tumoral en tumores neuroendocrinos:
neuroblastoma, tumor carcinoide, gastrinoma o tumor de Wilms, así como en
algunos sarcomas y en carcinomas indiferenciados de células pequeñas de pulmón,
con una sensibilidad del 30-40 % en los estadios intratorácicos y del 70-80 %
en los estadios extratorácicos. Pueden detectarse incrementos moderados en
otros tipos histológicos de carcinoma broncopulmonar.
ANTÍGENO
PROSTÁTICO ESPECÍFICO:
El PSA es una glucoproteína de 33 kD, sintetizada principalmente por las
células epiteliales de la próstata. Se consideran normales concentraciones
séricas inferiores a 4 ng/ml, si bien varían en función del tamaño de la
próstata y la edad. Algunos autores consideran normales las concentraciones
inferiores a 2,5 ng/ml en hombres menores de 49 años y a 6,5 ng/ml en hombres
de más de 70 años. Pueden detectarse valores superiores en aproximadamente el
20 % de los pacientes con hiperplasia benigna de próstata o prostatitis. La
sensibilidad del PSA en pacientes con carcinoma prostático oscila entre el 17 %
en los estadios A y el 90 % en los estadios D. El PSA es un marcador tumoral
útil en el diagnóstico, el pronóstico, el diagnóstico precoz de recidiva y el
control evolutivo. En los pacientes prostatectomizados, la persistencia de
niveles detectables 1 mes después de la intervención indica la persistencia de
tumor residual. En los últimos años se ha preconizado el empleo del PSA en
individuos mayores de 50-55 años, junto con el tacto rectal, en el diagnóstico
precoz del cáncer de próstata. En los pacientes con PSA y tacto rectal positivo
se recomienda biopsia prostática. En los casos con tacto rectal negativo, PSA
positivo y densidad de PSA (cociente entre PSA y volumen de la próstata medido
por ecografía transrectal) superior a 0,15 se recomienda también la biopsia
prostática. En los pacientes con niveles normales o con un cociente inferior a
0,16 y tacto rectal normal se recomienda control anual. Recientemente se ha
descrito que el PSA circula en la sangre unido en su mayor parte a proteínas
inhibidoras de las proteasas, entre las que destacan la a 1 -antiquimiotripsina
y la a 2 -macroglobulina, permaneciendo libre sólo una pequeña fracción de PSA.
La proporción de PSA libre es mayor en los pacientes con hiperplasia benigna de
próstata que en aquellos con cáncer de próstata, por lo que su determinación
tendría utilidad en el diagnóstico del cáncer de próstata
FOSFATASA
ÁCIDA PROSTÁTICA:
La fosfatasa ácida prostática es una isoenzima localizada principalmente en la
próstata, si bien puede detectarse también en menor cantidad en leucocitos,
páncreas, bazo y vesícula biliar. Se consideran normales las concentraciones
inferiores a 4 ng/ml. Al igual que el PSA, la fosfatasa ácida prostática no es
específica del cáncer de próstata y pueden detectarse niveles elevados en
alrededor del 15 % de los pacientes con adenoma prostático o prostatitis. Su sensibilidad
oscila entre el 15 % en el estadio A y el 80 % en el estadio D. La sensibilidad
de la fosfatasa ácida prostática es inferior a la del PSA, por lo que su empleo
como marcador tumoral está disminuyendo.
ANTÍGENO POLIPEPTÍDICO TISULAR: Fue el primer marcador
tumoral descrito, identificado como un componente de las citoqueratinas 8, 18 y
19. Se consideran normales las concentraciones inferiores a 80 U/ml. Pueden
detectarse falsos incrementos en numerosos, procesos benignos, principalmente
asociados a infecciones bacterianas, hepatopatías (colestasis, hepatitis) o
insuficiencia renal. Su empleo como marcador tumoral se centra principalmente
como indicador pronóstico y en la monitorización terapéutica de la mayoría de
las neoplasias epiteliales, en general como complemento de otros marcadores
tumorales.
ANTÍGENO POLIPEPTÍDICO TISULAR
ESPECÍFICO Es
una fracción del antígeno polipeptídico tisular, obtenido a través de su
purificación, y (teóricamente) con mayor especificidad. Se consideran normales
las concentraciones inferiores a 100 U/ml. Los falsos positivos, al igual que
los tumores donde se emplea, son los mismos que los descritos para el antígeno
polipeptídico tisular.
ÁCIDO 5-HIDROXIINDOLÁCETICO: Los tumores carcinoides se
caracterizan por la producción de elevadas concentraciones de serotonina
(5-hidro-xitriptamina) a partir del triptófano. El ácido 5-hidroxiin-dolácetico
(5-HIA) en la orina es empleado para la monitorización y el diagnóstico de esta
enfermedad. La excreción normal de 5-HIA es de 1-5 mg/24 horas. En tumores
carcinoides, principalmente en los casos con metástasis, pueden detectarse
cifras de hasta 350 mg/24 horas. Para evitar falsos positivos es importante que
el paciente no tome fármacos en las 72 horas previas al estudio, ni ingiera
plátanos, frutos secos o piña.
LO NUEVO EN LA INVESTIGACIÓN SOBRE
LOS MARCADORES TUMORALES
Debido a que es importante detectar el cáncer en su etapa inicial
para poder realizar su seguimiento durante o después del tratamiento, aún se
están buscando nuevos marcadores tumorales. Pero a medida que los médicos
aprenden más sobre el cáncer, se ha hecho aparente que el nivel de una sola
proteína o alguna otra sustancia en la sangre puede que no sea el mejor
marcador para la enfermedad.
Los investigadores están empezando a concentrar su atención en los
marcadores genéticos para detectar el cáncer. Sabemos que la mayoría de los
cánceres presentan cambios en su ADN, las moléculas que dirigen las funciones
de todas las células. Al estar en busca de cambios en el ADN en la sangre, las
heces fecales o la orina, puede que los científicos tengan la capacidad de
detectar los cánceres en etapas muy tempranas. El estudio de cambios en los
patrones del ADN (conocido como genómica) es propenso a demostrar más
utilidad que el estar en busca de un cambio del ADN solo.
Otro enfoque es conocido como la proteómica. Esta técnica
observa el patrón de todas las proteínas en la sangre (en lugar de observar
niveles proteínicos individuales). Nuevos equipos o sistemas de detección
permiten a los médicos observar miles de proteínas a la vez. No es probable que
dicha prueba se utilice en el consultorio del médico, pero puede ayudar a los
investigadores a enfocar la atención a los niveles de proteína que sean
importantes para un tipo de cáncer en particular. Esta información puede luego
usarse para desarrollar un análisis sanguíneo que sólo observe estas proteínas
importantes.
Estos métodos recientes de prueba aún están en sus etapas
iniciales de desarrollo. Muy pocos de ellos se usan de rutina en la actualidad.
A continuación se presentan los nuevos avances para varios cánceres comunes:
Cáncer de la vejiga: los investigadores han estado en busca de
maneras de detectar recurrencias del cáncer de la vejiga mediante el análisis
de la orina. Hasta la fecha, el análisis del ADN en la orina ha resultado ser
muy efectivo. De hecho, las pruebas pueden detectar la recurrencia del cáncer
antes de que los médicos puedan verlo directamente en la vejiga mediante una
cistoscopia.
Cáncer del seno: las células cancerosas del seno probablemente se dispersan en la
sangre, incluso en las etapas iniciales de la enfermedad. Los investigadores
han encontrado moléculas anormales de ADN de estas células en la sangre
de pacientes con cáncer del seno. Alrededor de la mitad de los pacientes
incluso en la etapa inicial de cáncer del seno presentan células cancerosas en
su sangre. Los investigadores están tratando de determinar si la presencia de
estas células puede ayudar a predecir la perspectiva de la persona.
Pruebas genéticas recientes ayudan a determinar si las mujeres son
propensas a tener recurrencia después del tratamiento inicial, y si podrían
beneficiarse de terapia hormonal adyuvante (adicional) o quimioterapia. La
prueba de Oncotipo DX, en la cual se observan 21 genes específicos en una
muestra de cáncer del seno, está siendo usada ahora por algunos médicos para
estos propósitos, así como otras pruebas están siendo estudiadas.
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Cáncer del seno: las células
cancerosas del seno probablemente se dispersan en la sangre, incluso en las
etapas iniciales de la enfermedad. Los investigadores han encontrado
moléculas anormales de ADN de estas células en la sangre de pacientes
con cáncer del seno. Alrededor de la mitad de los pacientes incluso en la
etapa inicial de cáncer del seno presentan células cancerosas en su sangre.
Los investigadores están tratando de determinar si la presencia de estas
células puede ayudar a predecir la perspectiva de la persona.
Pruebas genéticas
recientes ayudan a determinar si las mujeres son propensas a tener
recurrencia después del tratamiento inicial, y si podrían beneficiarse de
terapia hormonal adyuvante (adicional) o quimioterapia. La prueba de Oncotipo
DX, en la cual se observan 21 genes específicos en una muestra de cáncer del
seno, está siendo usada ahora por algunos médicos para estos propósitos, así
como otras pruebas están siendo estudiadas.
Cáncer colorrectal: la mayoría de
los cánceres colorrectales presentan cambios en genes como APC, k-ras y p53.
En estudios nuevos se han encontrado anormalidades en las moléculas de ADN en
las heces fecales de pacientes con cáncer colorrectal en su etapa inicial. El
analizar las muestras de heces para los cambios del ADN puede demostrar ser
una forma eficiente de detectar esta enfermedad.
En otros estudios se han
encontrado cambios de ADN en la sangre de los pacientes con cáncer
colorrectal en su etapa inicial. La observación del número de secuencias
repetidas en el ADN (conocido como inestabilidad microsatelital) puede dar
pistas a los médicos sobre cuán bien funcionaría el tratamiento.
Cáncer del pulmón: estudios han
encontrado niveles altos de ADN en la sangre de pacientes con cáncer del
pulmón mientras que pruebas más sensibles han podido detectar ADN anormal en
su sangre. Estas anormalidades en el ADN también se han detectado en el
esputo (saliva/flema) de pacientes con cáncer del pulmón en su etapa inicial.
Los médicos consideran que un día ésta podría ser una manera adecuada para
detectar el cáncer del pulmón en su etapa inicial en pacientes que presentan
un alto riesgo de desarrollar la enfermedad.
Cáncer del hígado: el gen
denominado p53 comúnmente presenta anormalidad en los cánceres hepáticos.
Esta anormalidad puede detectarse en el ADN circulante mediante análisis
sanguíneos de pacientes con este cáncer. Aún no es claro cuán útil podrá ser
esto.
Melanoma: en pacientes
con melanoma avanzado, se encuentran pequeñas cantidades de células del
melanoma circulando en la sangre. Estas células pueden detectarse al analizar
el material genético responsable de la producción de una proteína en
específico. Esto puede demostrar ser una forma eficaz de determinar qué tan
avanzado es el melanoma en una persona y si está respondiendo al tratamiento.
Se requieren de más estudios.
Cánceres de la cavidad
oral: es posible la detección de ADN anormal en muestras de saliva de
personas con estos cánceres. Esto podría conformar una manera efectiva de
detectar la enfermedad en etapa inicial en personas con alto riesgo, o que
han sido tratadas contra estos cánceres. Se está llevando a cabo
investigación sobre esta técnica.
Cáncer de los ovarios: se están
estudiando varios análisis de la sangre para la detección temprana de este cáncer.
El más efectivo parece ser el uso de patrones de proteínas en la sangre del
paciente. Este método, llamado proteómica, ha demostrado resultados un tanto
prometedores en la detección del cáncer en mujeres con la enfermedad en etapa
inicial. Se requieren de estudios a mayor escala que confirmen estos
resultados antes de que sean ampliamente aceptados como prueba de detección.
Se está estudiando el
uso del CA 125, en combinación con estudios por imágenes, como prueba de
detección del cáncer ovárico.
Cáncer de la próstata: se está
llevando a cabo un estudio clínico importante para determinar el valor de la
prueba de PSA para la detección del cáncer de la próstata. No se cuentan con
versiones más recientes de esta prueba que estudien de forma específica ciertas
partes de PSA, como el PSA libre o PSA en complejo, lo cual puede
proporcionar información de mayor utilidad. Los médicos también están
estudiando la utilidad de observar el cambio de los niveles de PSA a través
del tiempo, en lugar de enfocarse en sólo un resultado de análisis. Estos
enfoques más recientes en el uso de PSA están siendo estudiados.
Tales enfoques también
pretenden observar los patrones de proteína dentro de la sangre como una
forma de detectar la enfermedad en sus etapas iniciales. Otras pruebas nuevas
están en busca de proteínas o genes en particular para tratar de determinar
cuáles cánceres de la próstata son propensos a ser agresivos (y por lo tanto
que requieren de tratamiento) y cuáles son propensos a crecer más lentamente
(y por lo mismo, que solo requieran ser observados con atención).
La mayoría de estos
métodos nuevos para la detección del cáncer aún están en su etapa
experimental. Se están llevando a cabo más estudios para determinar qué tan
útiles serán.
BIBLIOGRAFIA
Recursos adicionales Información de
La información a
continuación puede también serle de utilidad. Estos materiales pueden
solicitarse llamando a nuestra línea gratuita 1-800-227-2345.
Guía
completa de la Sociedad Americana del Cáncer para el cáncer de la próstata
(en inglés).
Informed Decisions: The Complete Book of Cancer Diagnosis, Treatment, and Recovery. 2nd ed. Organizaciones nacionales y sitios en Internet*
Además de
National Cancer Institute Teléfono: 1-800-CANCER (1-800-422-6237). Asistencia disponible en español Dirección en Internet: www.cancer.gov
*La inclusión en esta
lista no implica respaldo por parte de
Referencias Associated Regional and University Pathologists (ARUP) Laboratories. ARUP's Guide to Clinical Laboratory Testing. Disponible en: www.aruplab.com/testing/lab_testing.jsp. Accedido el 12 de diciembre de 2005.
Bigbee
W, Herberman RB. Tumor markers and immunodiagnosis. En: Kufe DW, Pollock RE,
Weichselbaum RR, Bast RC, Gansler TS, Holland JF, Frei E III, eds. Cancer
Medicine. 6th ed. Hamilton, Ontario: BC Decker; 2003: 209-220.
Lab
Tests Online. Marcadores de tumores: 2005. Disponible en:
http://labtestsonline.org/understanding/analytes/tumor_markers/glance.html.
Accedido el 12 de diciembre de 2005.
Wu
JT. Diagnosis and management of cancer using serologic tumor markers. En:
Henry JB, ed. Clinical Diagnosis and Management by Laboratory Methods.
20th ed. Philadelphia, Pa: WB Saunders Company; 2001: 1028-1042.
Última
revisión: 16-Abr.-2006
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