sábado, 18 de febrero de 2012

Parasitosis intestinal.


Se llama parasitismo a la relación que se establece entre dos especies, ya sean vegetales o animales. En esta relación, se distinguen dos factores biológicos: el parásito y el huésped. El parásito vive a expensas de la otra especie, a la que se le denomina huésped.
El parásito compite por el consumo de las sustancias alimentarias que ingiere el huésped o en algunos casos se adhieren a la pared y se alimentan de sangre.

Las parasitosis intestinales son infestaciones producidas por parásitos cuyo hábitat natural es el aparato digestivo de las personas y animales. Tienen distribución mundial, aunque están estrechamente ligadas a la pobreza y a las malas condiciones higiénico-sanitarias, por lo que aparecen más frecuentemente en países en vías de desarrollo. 

PARÁSITOS MÁS FRECUENTES  CAUSALES DE PARASITOSIS INTESTINAL.


o   PROTOZOOS

AMEBAS
FALGELADOS
COCCIDIOS
OTROS

Entamoeba histolytica

Giardia intestinalis

Cryptosporidium parvum


Blastocystis hominis



o   HELMINTOS

NEMATODOS
CESTODOS

ü  Enterobius vermicularis
ü  Trichuris trichiura
ü  Áscaris lumbricoides


ü  Taenia solium/Taenia saginata
ü  Hymenolepis nana/Hymenolepis diminuta



Parásitos intestinales patógenos mas frecuentes 
                                                
CLÍNICA, FISIOPATOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO ESPECÍFICO

Cada parásito tiene un mecanismo fisiopatológico, la principal vía de transmisión es la fecal-oral, la mayoría de las infecciones parasitarias son asintomáticas.
En las parasitosis intestinales, no se puede hablar de un mecanismo fisiopatológico común, ni un único método diagnóstico. A continuación, expondremos la clínica, mecanismos de transmisión, fisiopatología y métodos diagnósticos más adecuados de cada una de las patologías intestinales más frecuentes.

PROTOZOOS

Amebas: (amebiasis)

ü  Entamoeba histolytica
Actualmente, se conocen dos especies distintas de Entamoeba morfológicamente indistinguibles que parasitan al hombre: E. histolytica, la especie patógena e invasiva, y E. dispar, la especie de mayor prevalencia (diez veces superior a la anterior), comensal intestinal no patógeno y asociada a un estado de portador asintomático. Otras cinco especies no patógenas pueden colonizar, en raras ocasiones, el aparato intestinal humano: E. coli, E. hartmanni, E. gingivalis, E. moshkovskii y E. polecki.  se debe sospechar ante una diarrea sanguinolenta tras un viaje a países cálidos. Se produce por la ingestión de los quistes parasitarios (a través del agua, de alimentos contaminados o contacto fecal-oral), resistentes a las concentraciones de cloro que se utilizan habitualmente en la potabilización de las aguas, pero muy sensibles al calentamiento hasta 55 grados.
Se diferencian tres formas parasitarias: trofozoíto (forma invasiva), prequiste y quiste. Los trofozoítos ameboides se adhieren en el colon (a nivel de ciego, colon ascendente y rectosigma), dando lugar a úlceras. En las invasiones más profundas pasan al sistema portal y al hígado. El 90% de los sujetos infectados por E. histolytica están asintomáticos y sólo en un 2-8% se produce la invasión. En este último caso, se pueden presentar tres formas clínicas:
• Diarrea acuosa crónica (90%): se produce colitis no disentérica con diarrea intermitente con moco sin sangre, dolor abdominal y flatulencia, y alternancia con estreñimiento.
• Disentería amebiana (10%): de comienzo gradual, deposiciones intermitentes con sangre y moco, fiebre en sólo un 30% de los casos, asociada a “pujo” (necesidad de defecar con mucho esfuerzo pero cada vez menos material fecal y más sangre y moco) y tenesmo (espasmo doloroso en el recto que produce la necesidad de una nueva defecación) que se prolonga durante 1-2 semanas. Es característica la ausencia de síntomas consuntivos generales. En lactantes y niños pequeños de países tropicales o pacientes con SIDA, podemos encontrar colitis amebiana necrotizante fulminante.
• Forma crónica: es muy rara. Cursa con brotes de dolor abdominal y diarreasanguinolenta que recidivan a lo largo de los años y pueden simular una enfermedad inflamatoria intestinal.

Se diagnostica mediante el examen microscópico de heces (el estudio de tres muestras de heces frescas tiene una sensibilidad del 90%; las muestras de heces frescas deben analizarse en los 30 minutos de su expulsión), serología con detección de anticuerpos antiamebianos (resultados positivos en un 95% de pacientes con enfermedad sintomática de más de 7 días de duración y en la mayoría de portadores asintomáticos de E. histolytica, porque la E. dispar no despierta respuesta humoral), biopsia intestinal (se pueden encontrar trofozoítos móviles), detección de antígeno amebiano en heces o suero mediante contrainmunoelectroforesis o ELISA y la técnica de PCR (permiten distinguir entre las dos especies de Entamoeba). La infección por E. histolytica, aunque sea asintomática, debe ser tratada porque puede hacerse invasora. Se debe hacer un control a las 2-4 semanas del tratamiento y repetir hasta que el resultado sea negativo.

Otras amebas:

endolimax nana
iodameba butschilli

Flagelados:
  •  Giardia intestinalis: (Giardiasis)


Es un protozoo flagelado que coloniza el duodeno e intestino delgado proximal, donde puede producir una infección aguda o crónica. El ciclo vital se compone de dos estadios: trofozoítos y quistes. La vía de transmisión más frecuente es la fecal-oral. Los niños entre 2-4 años tienen especial riesgo de transmisión por esta vía, principalmente los que acuden a guardería. Estos niños pueden expulsar quistes durante varios meses y las tasas de infección secundaria de familiares llega al 15-30%. El agua y los alimentos son también una fuente importante de transmisión. Los quistes de Giardia son viables en el agua hasta 3 meses y resisten a la cloración. La ebullición (de tan sólo un minuto) los inactiva eficazmente. También, puede transmitirse al hombre a través de animales domésticos (perros, gatos, ovejas, castores). La infección ocurre con más frecuencia en los meses de verano y otoño.
La infección por Giardia es asintomática la mayoría de veces. En Estados Unidos, se calcula que el 20% de los niños menores de 36 meses que acuden a guardería son portadores asintomáticos de Giardia. Las infecciones sintomáticas son más frecuentes en niños que en adultos. La presentación más común es una diarrea acuosa, con o sin febrícula (presente sólo en un 25% de los pacientes), náuseas y anorexia. Una pequeña proporción de casos evolucionan a una diarrea intermitente o más prolongada, explosiva y fétida, sin sangre, con flatulencia, dolor abdominal, anorexia y náuseas. El comienzo puede ser agudo o gradual. La diarrea puede ser autolimitada o crónica, produciendo en el último caso malnutrición e intolerancia a la lactosa. No es raro que sea intermitente, alternando con fases de estreñimiento. En inmunodeprimidos, la enfermedad es siempre sintomática y grave, con diarreas prolongadas y síndromes de malabsorción.
No suele encontrarse eosinofilia y, en ocasiones, se asocia a un déficit de disacaridasas con intolerancia a la lactosa. El diagnóstico se realiza mediante el examen microscópico en fresco de heces. Las heces deben analizarse en la hora siguiente a la expulsión o conservarse con alcohol polivinílico o formol al 10%. Pueden darse falsos negativos en el inicio de la enfermedad. En casos de fuerte sospecha y con varios estudios de heces en fresco negativos, se pueden hacer un
aspirado y biopsia duodenal (método más sensible pero costoso e invasivo). Esta
prueba sólo se hace en centros en los que se realizan endoscopias de rutina. Existen otros métodos diagnósticos, como enterotest (para estudio de trofozoítos en el jugo duodenal), ELISA (antígeno específico GSA-65) con una sensibilidad del 90-99% y una especificidad del 95-100%, PCR e inmunofluorescencia con anticuerpos policlonales. Las pruebas serológicas para la detección de anticuerpos en el paciente, dada su escasa sensibilidad, sólo se recomiendan para estudios epidemiológicos. El tratamiento específico se expone más adelante. En general, no se trata a los portadores asintomáticos, salvo en situaciones específicas (control de brotes, prevención de contagio a inmunodeprimidos).
Se recomienda un control a las 2-4 semanas postratamiento.

Coccidios:
  •   Cryptosporidium parvum: (Cryptosporidiosis)


Es un protozoo que se multiplica en las vellosidades del tubo digestivo. Se desconoce el mecanismo específico por el que produce la diarrea. Se sitúa en el borde en cepillo de las células epiteliales sin invadirlas.
La criptosporidiosis es una zoonosis que se transmite por vía fecal-oral, persona a persona o bien por la ingestión de agua (los ooquistes son resistentes a la cloración) o alimentos contaminados con ooquistes o contacto estrecho con animales infectados (ganado vacuno). La prevención, por tanto, pasa por extremar las medidas higiénicas que eviten la transmisión interpersonal. Esta vía parece ser
la responsable de la infección de niños que asisten a guarderías y de la alta prevalencia, en general, en preescolares. Los familiares de niños afectados se infectan en una proporción del 70%.
Existen tres formas clínicas:
• Forma asintomática: es frecuente en guarderías. Se produce una eliminación prolongada de ooquistes.
• Forma intestinal: gastroenteritis autolimitadas, con deposiciones acuosas sin sangre, dolor abdominal cólico, anorexia, vómitos y fiebre en el 30-50% de los pacientes. En ocasiones, puede provocar síntomas inespecíficos como mialgias, debilidad y cefalea. Dura aproximadamente 14 días sin tratamiento. La expulsión de ooquistes se mantiene durante varias semanas después de la desaparición de la diarrea.
• Forma extraintestinal (más frecuente en inmunodeprimidos): hepatitis, colecistitis, artritis reactivas y síntomas respiratorios.

El diagnóstico de laboratorio de Cryptosporidium se basa en la detección de los ooquistes característicos en el examen microscópico tras concentración fecal y tinción de ácido-alcohol resistencia (tinción de Kinyoun). Se recomienda la búsqueda sistemática de Cryptosporidium en preescolares, dado que los estudios parasitológicos utilizados para otros enteroparásitos no revelan la frecuencia real de este coccidio si no se solicita esta tinción. La biopsia de mucosa intestinal permite un diagnóstico de certeza al evidenciar cuerpos basófilos en los bordes en
cepilllo, principalmente en el yeyuno. También se puede encontrar un test de D-xilosa alterado y grasa fecal aumentada. No es útil el diagnóstico serológico. El paciente inmunocompetente no requiere tratamiento porque la diarrea es autolimitada.
En los casos severos y en pacientes inmunodeprimidos, se debe considerar el tratamiento farmacológico. Es recomendable el control durante y tras el tratamiento. Es esencial el tratamiento antirretroviral en inmunodeprimidos.


Otros:
  •   Blastocystis hominis: (Blastocystosis)


Protozoo habitante del tracto gastrointestinal humano y considerado durante mucho tiempo como comensal no patógeno. Publicaciones recientes relacionan determinadas cepas del parásito con diversos síntomas, tanto intestinales (diarrea aguda autolimitada), como extraintestinales (alérgicos principalmente).
Muchos autores aconsejan el tratamiento cuando se detecta en cantidades importantes en tres muestras consecutivas de heces, y sin que exista otro organismo potencialmente responsable de la clínica. La infección por Blastocystis cursa con malestar, anorexia y distensión abdominal, cólico, diarrea, flato y estreñimiento que alterna con diarrea. Menos frecuentemente, encontramos náuseas, vómitos, mareos, pérdida de peso, prurito y tenesmo. Se puede asociar con otros parásitos. Se diagnostica mediante el estudio microscópico de las heces.


HELMINTOS

o   Nematodos
  •   Enterobius vermicularis: (oxuyriasis)


Este parásito, también llamado oxiuro, es el nematodo más común en nuestro país y se encuentra principalmente en población infantil. Es rara la infección en lactantes y niños pequeños, afecta principalmente entre los 5 y 14 años. Se transmite por vía fecal-oral, autoinfestación, ingestión de alimentos o tierra contaminada o inhalación de polvo de las casas. También, puede transmitirse a través de la ropa interior y de cama, objetos, etc. Los huevos contaminan extensas áreas del hogar, permaneciendo durante semanas en ropa, suelo y uñas. Ello exige una serie de medidas higiénicas además del tratamiento médico. Probablemente, los niños que practican la onicofagia tienen mayor probabilidad de reinfestarse, y este hábito es frecuente entre los parasitados por E. vermicularis. Desde la ingesta de los huevos a su excreción, nuevamente transcurren 2-3 semanas, lo que justifica repetir el tratamiento antihelmíntico a los 15 días; ya que, el tratamiento es efectivo frente a los gusanos que habitan la región ileocecal pero
no frente a los huevos. La infección puede ser asintomática o sintomática. En este segundo caso, puede cursar con prurito anal o perianal (de gran intensidad, predominio vespertino y con frecuentes lesiones de rascado perianal); dolores abdominales en fosa ilíaca derecha; alteraciones del tránsito intestinal (diarrea, vómitos, heces mucosas); anorexia; irritabilidad/cambios de carácter tipo inestabilidad o agresividad; alteraciones del sueño/terrores nocturnos (relacionados con el prurito); bruxismo o vaginitis y leucorrea en las niñas relacionados con el rascado.
El diagnóstico de laboratorio se realiza mediante el test de Graham (prueba de la cinta adhesiva) o bien la técnica de Markey (con torundas vaselinizadas), que se describen en el siguiente epígrafe. Se debe descartar siempre la coinfección por Dientamoeba fragilis, porque con frecuencia es transportada en la cáscara de los huevos de Enterobius vermicularis.

  •   Trichuris trichiura: (tricocefalosis)


Es menos frecuente que la parasitación por oxiuros, pero no excepcional. El hombre se infesta al ingerir por vía oral (a través de las manos, alimentos o bebidas contaminadas) huevos larvados del helminto. Tras la ingesta, el huevo eclosiona en el intestino delgado, migrando posteriormente al intestino grueso, donde madura hasta alcanzar el estado adulto. Se localiza, definitivamente, en el ciego. La mayoría de pacientes infestados por tricocéfalos son asintomáticos. En los casos sintomáticos, se producen vagas molestias abdominales, cólicos y distensión. En los casos graves, se puede encontrar diarrea sanguinolenta, prolapso rectal y anemia.
Se diagnostica mediante el hallazgo de huevos del parásito en el análisis microscópico de heces.
  •  Ascaris lumbricoides: (Ascariasis)


Es el nematodo más grande (puede medir hasta 35 cm). Se transmite a través del suelo (donde pueden sobrevivir durante meses). La defecación indiscriminada y el uso de estiércol humano son la causa más importante de endemia por este parásito. El modo de transmisión al hombre es fecal-oral, con dedos contaminados por contacto con el suelo. Los alimentos pueden contaminarse por las moscas o los fertilizantes. Tras la ingesta de los huevos, las larvas se liberan en el intestino, atraviesan la pared intestinal y, a través de la circulación venosa, migran a los pulmones. Posteriormente, se vuelven a deglutir localizándose la forma adulta en el intestino delgado (yeyuno e íleon). En general, la infección suele ser asintomática y raras veces conducir a complicaciones graves. Cuando es sintomática, se manifiesta por dos fases distintas desde el punto de vista clínico y diagnóstico:
la fase de la migración larvaria pulmonar y la fase digestiva producida por los gusanos adultos.
• Fase larvaria: causa una neumonitis pulmonar (síndrome de Löeffler) con tos espasmódica, expectoración mucosa, fiebre elevada y hemoptisis ocasional. A veces urticaria y angioedema. Las lesiones pulmonares se producen por la migración de las larvas al alvéolo, con la reacción inflamatoria correspondiente.
• Fase digestiva: cursa con dolor abdominal cólico en región epigástrica, náuseas matutinas, vómitos y, a veces, diarrea. En la infancia, puede aparecer detención del desarrollo ponderoestatural. Debido a su tamaño puede producir: obstrucción intestinal, pancreatitis, colecistitis, ictericia y absceso hepático.
Para el diagnóstico, hay que demostrar la presencia de huevos en heces o la presencia del parásito adulto en vómitos o en las heces. En la fase larvaria, pueden encontrarse larvas en el esputo, junto con una clínica y radiología sugestivas. Es frecuente la hipereosinofilia, con aumento progresivo hasta la tercera semana de la infección y, posteriormente, una disminución paulatina hasta la emisión de huevos.
Se debe hacer un control tras 2-4 semanas del tratamiento.


o   cestodos
  •   Taenia solium/Taenia saginata:  (teniasis)


Los huéspedes intermediarios de estos cestodos son los cerdos (T. solium) y bóvidos (T. saginata). Los humanos se infestan al ingerir carne cruda o poco cocinada. La cocción completa o la refrigeración destruyen al parásito. La mayoría de los casos son asintomáticos (se detecta al darse cuenta el paciente, que elimina proglótides [anillos] del parásito). Los casos sintomáticos cursan con dolor epigástrico, anorexia o aumento del apetito, dispepsia, náuseas o vómitos e insomnio. En ocasiones, se producen alteraciones neurológicas, como: cefalea, vértigos o nerviosismo. Se diagnostican por detección de huevos en el examen microscópico de las heces o bien la presencia de proglótides en las mismas. Es importante conocer que los anillos de T. saginata presentan movilidad. Es frecuente la hipereosinofilia.
  •   Hymenolepis nana/Hymenolepisdiminuta : (Hymenolepiasis)


 Hymenolepis nana o “tenia enana

Constituye la cestodiasis humana más frecuente. Afecta principalmente a niños, que pueden presentar parasitaciones múltiples con el consiguiente retraso en el desarrollo ponderal. La transmisión se produce por la vía mano-boca o a través de alimentos y bebidas contaminadas.
 Hymenolepis diminuta

El hombre puede infestarse por la ingesta accidental de insectos parasitados presentes en cereales y harinas. La parasitación por H. nana suele ser asintomática. Los casos sintomáticos cursan con: anorexia, cefalea, dolor abdominal, vómitos y náuseas (a veces, prurito anal o nasal), diarrea intermitente y molestias abdominales. H diminuta produce dolor abdominal, molestias gástricas y diarrea.
Se diagnostican mediante la detección de los huevos en el examen microscópico de las heces. Se encuentra hipereosinofilia en el 5-15% de los casos que presentan esta parasitación.

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